El acrónimo «IP» hace referencia al Protocolo de Internet, un conjunto de normas que permiten a los dispositivos comunicarse a través de Internet. Dado el gran número de personas que acceden diariamente a Internet, se necesitan marcadores distintos para controlar las actividades individuales. Para solucionarlo, el Protocolo de Internet asigna números IP únicos a cada dispositivo que accede a Internet.
La dirección IP de un ordenador es como la dirección física de una casa. Si alguien llama a una pizzería para pedir un pedido, tiene que facilitar su dirección física. Sin esa dirección, el repartidor de pizzas no sabrá a qué casa entregar la pizza.
Por ejemplo, cuando un usuario escribe un nombre de dominio, como google.com, en un navegador web, esto iniciará una solicitud al servidor web de Google pidiendo contenido (la página principal de Google). Una vez que Google recibe la solicitud, necesita saber dónde enviar el contenido del sitio web. Por este motivo, la solicitud contendrá la dirección IP del solicitante. Utilizando la dirección IP proporcionada, Google puede enviar una respuesta al dispositivo del usuario, que mostrará ese contenido en el navegador web del usuario.
El sistema que orquesta todo esto se llama DNS. Funciona como una guía telefónica de direcciones IP para que los usuarios puedan acceder a los servicios web utilizando nombres de dominio fáciles de usar. Cuando un usuario escribe un nombre de dominio como «facebook.com» en la ventana de su navegador, se inicia una consulta DNS, que en última instancia conduce a un servidor DNS que traduce el nombre de dominio en una dirección IP.